El juego tiene un enorme valor para el desarrollo del niño, en aspectos tales como el emocional o social. Así pues, el juego supone una gran oportunidad para el niño de poder experimentar sobre sus propias posibilidades, sus preferencias, sobre su entorno…
Observar el tiempo de juego de los niños, puede mostrar no sólo su evolución en el propio juego y tipos de juegos (juegos funcionales, juegos simbólicos o juegos competitivos), sino también de su progresiva comprensión de sí mismo y de su entorno, así como por ejemplo, su estado emocional.
En relación a lo expuesto, y en coherencia con la importancia del juego para el niño, la familia es un buen entorno para favorecer tal desarrollo. A tal respecto, debe ser un gran recurso el tiempo libre de que se pueda disponer, para poder compartir en familia. Se trata pues, de compartir tiempo de calidad entre padres e hijos.
El tiempo de ocio en familia, debe suponer una gran oportunidad para comprometerse todos, de modo que haya una búsqueda activa de las opciones para pasar ese tiempo, asegurarse de que las elecciones sean de interés para todos, así como otras acciones relacionadas, que supongan y requieran una implicación conjunta.
Algunas opciones podrían ser:
-Excursiones al campo
-Visitas culturales
-Práctica deportiva
-Coleccionar
-Lectura
-Aprovechar el visionado de programas de carácter infantil o educativo, para poder comunicarse y dialogar sobre lo que se está viendo, compartiendo ideas y emociones.
También puede ser una buena manera de pasar su tiempo libre para los padres, la de implicarse y participar en las actividades del centro escolar de los hijos, ya que permitiría establecer lazos afectivos adecuados entre ellos, así como facilitar a su vez, la comunicación familia-escuela.
Como se indica en las líneas anteriores, el compartir tiempo de calidad en familia son oportunidades para participar, compartir y comunicarse entre padres e hijos, que ayudan a su vez, a entender las necesidades e intereses de los otros, de modo que esta manera de implicación colectiva, debería convertirse en un hábito para el niño, favoreciendo así, su sentimiento de pertenencia y la fortaleza de los lazos familiares.